viernes, 19 de octubre de 2012

SECRETOS

Haz un click en la imagen y escucha la música mientras lees. esa es la gracia. De eso se trata





En tu historia siempre hay pasos que no puedes detener. Y pisas charcos de agua negra donde ya no se refleja la luna. Muros de silencio que te envuelven cuando te preguntas un por qué. Hay secretos que nadie te puede desvelar porque ya no tiene sentido buscar. Y esperas una luz que te pueda decir donde estás. Has pasado una frontera de un país que ya no conoces. Y te encuentras perdido en una montaña donde la niebla no te deja ver el horizonte. 
De nada vale gritar. 
El secreto de la vida no tiene nada que decir. Levantas la cabeza lejos del suelo mojado e intentas que el viento no te queme la cara. 
De nada vale maldecir.
 Solo se trata de seguir. Es así como es este juego al que nadie quiere jugar. Las aguas del río te arrastran hasta esa orilla hacia la que no quieres ir. De eso se trata, de eso va todo esto. Solo esperas que pase cuanto antes y que tus pasos dejen de sonar en la noche.
 Buscas en el fondo un cuerpo al que abrazar. No sentirte solo en la vida que te ha tocado respirar. Ya hemos llegado demasiado lejos para dar la vuelta atrás. 
Ven. Tumbate a mi lado y cuéntame tu historia mientras esperamos que salgan las estrellas. No necesitamos nada más, saber que hay alguien contigo cuando las nubes pasen de largo. Hablemos, los dos tenemos cosas que explicar, todos tenemos secretos que no podemos ocultar. Dime como te sientes, como son tus sueños, como es tu verdad. Es el momento de dejar los malos tiempos, es el momento de levantarse y desvelar el viejo secreto de este universo. Es hora de saber que nada es real. La rueda gira y nunca parará. Aunque los dos sabemos que nunca iremos a ningún lado. Vamos a dejar nuestro miedo y vamos a sonreír mientras aun tengamos tiempo.
 El mañana siempre es otro día y no tenemos tiempo para llorar.

domingo, 7 de octubre de 2012

TODOS LOS AMANECERES DEL MUNDO

Haz un click en la imagen y escucha la musica de la vida y la muerte mientras lees

Había llegado el momento. Él lo sabía, lo había escuchado en el silencio roto del lobo, en el silbido del fuego y en los susurros de la tierra. Por eso se levantó antes de que amaneciera y se vistió con su traje de guerrero y su penacho de plumas de águila. Se pintó la cara con los símbolos de la vida y de la muerte y dejó su tienda para buscar su destino. Cuando salió a la noche descubierta llevaba en su mano el arco que un día le regaló su padre y en la espalda la manta que le había bordado su mujer.
Un rio de estrellas cubría el cielo cuando el hombre inició el ascenso a la gran colina. Se detuvo unos momentos y cogió aire. No quiso mirar hacia atrás, no quiso llorar aunque sabía que nunca más volvería a recorrer el camino que ahora andaba, nunca más danzaría al sol, ni podría cruzar las praderas a lomo de su caballo.
La luna ,como el gran espíritu, alumbraba su camino, sus pasos cansados y su mirada ausente. Otros antes que él también lo recorrieron, hubo otras noches, otros pensamientos y otras miradas que buscaban la soledad de aquel que quiere fundirse con la eternidad.
Su viaje se había acabado, pero no había tristeza en su alma, ni angustia en su piel roja cubierta de arrugas, en él solo había esperanza y deseo de ser otra vez parte de la madre tierra, corazón libre que volvería a surcar como el viento las praderas sagradas del Gran Espíritu.
El viejo guerrero Lakota llegó por fin a la cima sagrada de las colinas negras, ante él se extendía el horizonte, aquel lugar donde se unía la tierra y el cielo para fecundar la vida que alimentaba cada dia a su pueblo. Extendió la manta como antes lo hiciera su padre y como antes lo hiciera su abuelo y se sentó como siempre lo habían hecho los hombres de la pradera. Puso el arco delante de él y esperó que Wanka Tanka el Gran Espíritu le permitiese entrar en las llanuras donde habita el gran búfalo blanco.
Con la mirada cansada solo pidió al universo poder ver amanecer una sola vez más, quería ver como la tierra que él había pisado y amado despertaba ante sus ojos llevando el milagro de la vida a cada rincón del mundo del hombre de piel roja. El lobo aulló en la noche quebrando con su lamento el silencio estrellado.
El guerrero entonó una canción, canción de vida y de muerte.
"Oh Gran Espíritu, cuya voz oigo en el viento y cuyo respirar da vida a todo el universo. Óyeme soy pequeño y débil, uno de tus muchos hijos. Déjame pasear en la belleza y permíteme que mis ojos siempre puedan contemplar el rojo y el púrpura de la puesta de sol. Haz que mis manos respeten las muchas cosas que tú has creado y agudiza mis oídos para oír tu voz.
Hazme sabio para comprender todas las lecciones que tú has escondido detrás de cada hoja, de cada roca. Dame fuerza, no para ser más fuerte que mí hermano sino para luchar contra mi peor enemigo: yo mismo. Y hazme siempre listo para ir ante ti con las manos limpias y la mirada recta, para que cuando la luz se deasvanezca, como se desvanece la puesta de sol, mi espíritu pueda llegar ante ti sin ninguna vergüenza.."


Su voz rota se fue elevando desde la cima de la colina como un canto de esperanza, como un susurro más de la naturaleza, hasta que se perdió con los primeros rayos del sol.
Al amanecer, cuando fueron a buscarle, ya no estaba allí. En su lugar encontraron su cuerpo sentado en su manta, como se sientan los hombres de las praderas, como se sentaran siempre, con orgullo, con respeto, mirando siempre hacia el horizonte, allí donde la tierra y el cielo se unen para crear la vida.