viernes, 8 de julio de 2011

USHER 2.0

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Es medianoche. Tengo miedo. Mi sombra se dibuja en las negras paredes de la casa Usher. Sus altos y estrechos ventanales me vigilan. Sus muros antiguos me susurran su nombre. No puedo dormir. Sólo espero que pronto llegue el final. El fuego de la chimenea en el viejo salón juega a crear mundos fantasmales repleto de terroríficos seres. El reloj de péndulo suena al dar las doce. Pronto ella regresará. Como cada día, como cada noche. Volverá a recordarme lo mísero y lo cruel que he sido. Mi rostro demacrado y mi piel blanca se reflejan en el vaso de brandy que apenas puedo sostener. La voces han vuelto, me hablan y me susurran frases que no puedo entender. Un frío gélido nacido en las pestilantes ciénagas que rodean la casa penetran hasta oprimirme la garganta. Tengo miedo. Pero no puedo huir. La casa me retiene con cadenas negras que no puedo romper. Un enorme cuadro encima de la chimenea me recuerda lo bella que fue. Su pelo negro. Sus ojos profundos. Sus labios rojos. Pero como la efímera flor ella también se marchitó. Con mis propias manos arrastré su féretro hasta el fondo de la cripta. Estaba tan bella. Cerré la puerta para siempre.

Pero la casa no olvida. Hoy hace un año que comenzó mi sufrimiento. En una noche como ésta ella... Pero ahora sé que no estoy solo, siento sus pasos, su olor a podredumbre. Se que me mira. Se ríe y me mira. Me llama. ¡Basta! Alguien grita en lo más profundo de la cripta. Es ella. Cojo una candelabro y busco las largas escaleras que llevan hasta lo más profundo de la casa. Allí el frío me muerde como perro rabioso. Abro la puerta de la cripta. Apenas puedo distinguir el ataúd de la oscuridad.

Como cada noche abro el féretro y la miro. Veo su boca abierta, sus uñas rotas. Su cuerpo retorcido y sus ojos vacíos que me miran y me dicen que ella fue enterrada en vida.

Las voces se apagan por fin. Cierro la puerta y vuelvo a subir las escalera de piedra. La casa vuelve a estar en paz, pero nunca me dejará tranquilo, porque ella como yo sabemos el color de mi alma