viernes, 11 de diciembre de 2009

GENESIS. Crónicas de un vampiro II

Haz un click en la imagen y escucha la musica. Forma parte del relato


Siento sus pasos en el oscuro callejón. Siento su respiración nerviosa, el latir de su corazón. Su sangre contaminada corre por sus venas invadiendo cada célula de su ser. La noche es hermosa y ella ni tan siquiera lo sabe. Busca. Solo busca. Está desconcertada. Quizás asustada. Sólo pide que alguien le devuelva la paz. Por eso espera encontrarme. Por eso me llama desde su interior. Por eso espera hallar en la noche lo que tal vez perdió. Por eso recorre los callejones oscuros, los lugares solitarios, los agujeros más perdidos, los bares más escondidos.

Yo la miro desde el oscuro tejado. Como un animal la acecho y observo su caminar cansado. Por un momento su blanca piel reluce bajo el pálido rayo de la tormenta. Las ratas del negro callejón huyen a su paso, presienten el horror, el miedo.

De repente se detiene. Su búsqueda ha terminado. Las primeras gotas de lluvia negra mojan su pelo. Sabe que la estoy observando, sabe que me ha encontrado, su instinto delata mi presencia, es algo superior a ella, es algo superior a mí. Forma parte del monstruo, forma parte del no muerto.

Hunde su cara en la mojada gabardina que la cubre. Cierra los ojos. En mi mente siento sus palabras, ha aprendido a hablarme, ha aprendido a conectar nuestros pensamientos. Solo veo una y otra vez la misma palabra… ven.

Todavía recuerdo su cuerpo tumbado en aquella habitación, la luz de la luna cruzando el ventanal de aquellas cuatro paredes. Siento todavía el sabor dulce de su sangre en mi garganta, su sueño agitado y sus pesadillas llenas de seres horribles.

Salto al vacío y aparezco detrás de ella. Su olor es más intenso, su piel es más fina, su corazón late más rápido. Se gira poco a poco. La luz de las tinieblas ilumina sus ojos perdidos en la nada. Es hermosa. Su pelo mojado adorna una cara de ángel. Su mirada es intensa, hay fuego en su interior, solo espera que yo acabe lo que un día empecé.

Coge mis manos y las besa. Gira poco a poco la cabeza y me deja ver su cuello largo y cálido. Siento como la sangre recorre sus venas, siento como me llama, siento como me atrae. La lluvia cae más y más fuerte. Me abraza con pasión, su cuerpo tiembla. Algo dentro de mí me arrastra hasta ella, es algo irracional, algo demoníaco.

Pero sin saber por qué La empujo lejos de mí. No. No quiero ser un monstruo, no quiero condenar a una persona a ser un animal, no quiero que nadie deje de tener una vida como la dejé de tener yo. No quiero que nadie sufra la sed infinita que quema la garganta cada segundo, cada hora, cada noche. No quiero condenar a la muerte en vida, no quiero condenar al eterno sufrimiento. Hace muchos, muchos años yo tuve una familia, no dejo de pensar en ellos, nunca podré dejar de llorar lo que un día perdí.

Ella no lo entiende, me mira suplicante. Se agarra a mí con más fuerza. Sus ojos lloran sin lágrimas. Un trueno rasga la lluvia. Le digo adiós.

Huyo en la noche, dejo detrás de mí solo oscuridad. A lo lejos oigo como alguien grita, algún día comprenderá por qué me fui, algún día sabrá lo que pudo ser.

En el horizonte aparece la mañana. La tormenta ya ha pasado. Es hora de volver a mi soledad, a mi noche sin sueños, sin esperanza, sin futuro, sin lágrimas.

La mañana me convierte en lo que soy, en lo que seré.

viernes, 27 de noviembre de 2009

EL COLECCIONISTA DE NOMBRES

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Aveces pienso que soy solo palabras que un día alguien pronunció.



A veces cierro los ojos e intento recordar lo que un día fuí. Pero la vida es difícil y a veces dispara con balas que no puedo parar. Mi vida se diluye poco a poco entre cosas inconexas que mi mente no puede retener. Por eso repito las palabras poco a poco, en silencio, palabras que no quiero olvidar, porque ellas son lo único que me unen con la realidad, ellas son las únicas que me hacen sentirme mejor. Las palabras me devuelven a lo que fuí, a lo que soy. Hombre, luz, miedo, angustia, amor, locura, tristeza.

Estoy empezando a olvidar, no sé lo que he sido, lo que hice, a quién amé. Y No consigo entender porque me destruyo poco a poco, porque mi mente se vacía y porque las cosas no tienen sentido. Quisiera recordar , porque olvidar significa no ser.

Alguien se acerca, me acaricia, la miro y no sé quién es. Me besa, intento decirle algo, pero soy incapaz de recordar. Te quiero, me dice. Cierro los ojos y repito lentamente Te quiero, te quiero, te quiero. Su cara se ha perdido en mi mente. Siento que estoy muerto porque una persona sin recuerdos es alguien a quien la vida lo abandona . La miro. No se quién es y le repito Te quiero. Ella me sonríe. Te quiero, te quiero, te quiero. No deseo olvidar esa palabra. Sé que es importante para ella. Sé que es importante para mí.

Cojo mi libreta y apunto mis palabras, aquellas que no quiero perder. Cada día apunto palabras que me permiten seguir viviendo, seguir respirando, seguir siendo un día más lo que alguna vez fui.

Me levanto. Miro por la ventana. La mujer sube en un coche . Alguien la espera. Siento tristeza. El cristal de la ventana refleja un rostro, apenas lo reconozco, algún día no sabré quien soy, algún día no sabré que significan mis palabras. Mientras tanto las voy repitiendo en mi mente.

Me paso el día mirando las cosas vacías que me rodean, siempre intentando recordar. Las cosas son la única realidad que tengo, ellas son como yo, solo palabras, nombres sin sentido que algún día se irán para no volver nunca jamás, como me iré yo, como se fue ella. Me he convertido en un coleccionista de nombres, letras que algún día olvidaré para siempre. Mientras tanto miro mi cuaderno lleno de garabatos que intento leer, y repito lentamente palabras que no quiero olvidar. Hombre, luz, miedo, angustia, amor, locura, tristeza.

Cierro los ojos. No veo nada. No puedo ser lo que no soy.

Mis ojos no se han olvidado de llorar.

No es olvido, es tristeza.

Me siento mejor.

viernes, 13 de noviembre de 2009

RÉQUIEM PARA UN MUERTO

Escucha haciendo un click en la imagen




El viento movía las cortinas blancas. La casa estaba en silencio. Solo se escuchaba el sonido de sus pisadas en la madera. Tenía un hijo en sus entrañas y en la mano una pistola. Estaba asustada y nerviosa. Había regresado a su casa, había regresado para matar a un hombre. La música comenzó a sonar en el gramófono.

Entró en la habitación. Olía a alcohol y a sudor. El aire era seco y caliente. El hombre dormía hechado en la cama. Su sueño era profundo. Una botella de whisky estaba rota en el suelo. La mujer no podía retener sus lágrimas. La marca de una mano todavía se podía ver en su rostro. No había vuelta atrás. Levantó la pistola apuntó y disparó. No tuvo piedad. En su vientre algo se movió. Nunca más volverás a hacerlo, murmuró.

El calor era insoportable. El viento movía las cortinas que ella algún día cosió. Dejó de llorar.

Y el tiempo pasa como pasa la vida, como pasan los buenos y los malos momentos.

Un grupo de gente miraba hacia los cimientos del primer centro comercial. Algo conmocionaba aquel pequeño pueblo. Habían encontrado enterrado el esqueleto de una persona. La policía empujaba a los curiosos. Decían que tenía un agujero de bala en la cabeza. Una mujer anciana se hizo paso a empujones hasta situarse en primera línea. Algunos protestaron. Todos querían ver aquel acontecimiento.

Lo maté yo. Dijo la anciana.

Algunos rieron. Otros le dijeron que se callara
Lo maté yo. Ripitió más fuerte. Había cierto orgullo en sus palabras.

Un policía se acercó. La miró fijamente y le pidió que se fuera a su casa.

Ella sonrió de una manera extraña. Miró su reloj. Eran las cinco. Sus nietos salían de la escuela. En su cabeza sonó una canción, la misma que sonaba cuando lo mató.

Since I dont have you

Pero de eso hace ya mucho, mucho tiempo. Y la vida pasa como pasan los buenos y los malos momentos.

viernes, 23 de octubre de 2009

NEW YORK HISTORY

Back for Good, banda sonora para mi historia. Haz un click.




─ “Ulises”de Joyce?
Le preguntó la mujer al encargado de la librería. Éste le miró su pelo mojado. Fuera llovía.
─El segundo pasillo a la izquierda, justo en las manos de aquel caballero… y creo que es el último ejemplar.
La mujer miró con desesperación y recorrió los pocos metros que la separaban de Joyce.
─Hola─ Dijo la mujer de ojos verdes
─Hola─ Dijo el hombre de ojos grises
─Ha terminado con el libro de…”Ulises” de..
─Joyce─ Contestó el hombre ─ No, creo que me lo voy a quedar
La mujer lo miró con desesperación.
─Es una emergencia… hoy es el cumpleaños de mi hermana… y
─Y buscas desesperadamente un regalo
De los ojos de ella saltaron chispas.
Él sonrió.
─ Te ofrezco un pacto
─¿Cuál? ─ susurró ella
─ Un café a cambio de un libro
─Pero…
─ Creo que lo necesitas, porque no vas a tener a Joyce... pero si un buen resfriado
Volvió a sonreír. Ella creyó que tenía una sonrisa bonita.
El café estaba lleno, pero en aquel momento un joven se levantó. La mesa desde donde se veía Manhattan quedaba vacía.
Sus manos al sentarse se rozaron sin querer.

El joven salió del café. Estaba lloviendo. Hacía frío. Levanto un brazo. Un taxi de color amarillo se detuvo frente a él. Estaba acomodándose cuando una joven empapada en agua se coló en el taxi.
─Perdón, perdón..
El taxista miraba por el retrovisor no creyéndose lo que estaba viendo
El joven miraba asombrado
─Pierdo el avión, pierdo el avión!!! Por favor me puede dejar el taxi!
─No- dijo el hombre tranquilamente
─No? ─ La joven puso cara de sorpresa
─Yo también tengo prisa, dentro de pocos minutos presento un libro
─ Dios… un escritor lo que me faltaba
─A donde va? ─ preguntó él
─ A Boston
─No va a llegar al aeropuerto con éste tráfico─ dijo el taxista─ ni en sueños.
La joven se puso las manos en la cara
─Vas a perder el avión ─ dijo el joven
─ Sí─ dijo ella resignada
─Le invito a cenar? ─ Dijo él
Ella se giró y le miró directamente a los ojos durante unos segundos. Después se acomodó en el asiento de atrás resignada.
─Sobre qué escribes? Seguro que no he leído nada tuyo.
Dejó de poner cara de víctima.
El sonrió. Ella creyó que tenía la sonrisa bonita.
El taxi se detuvo frente una librería. Se presentaba una novela. En el piso de arriba colgaba un letrero. SE VENDE.

La puerta estaba abierta.
─ Hay alguien? ─ Dijo el hombre
─Si…. ─ Una voz de mujer salía del fondo del pasillo─ Perdone es usted de la inmobiliaria?
─ No. Yo vengo a comprar el piso. Había quedado con una vendedora. He visto la puerta abierta y he entrado.
Los dos se miraron.
─Yo también había quedado para… ─ murmuró la mujer.
─Vaya lio─ dijo él
─ Creo que alguien tendrá que aclarar algo aquí─ dijo ella
─Le gusta el piso?
─ Perdona…?
─Si te gusta el piso?
Ella lo miró extrañado.
─ Sí. La verdad es que si. Mi intención es quedármelo.
─ Es pequeño, con luz, céntrico, justo lo que buscaba ─ dijo el hombre
─Creo que vamos a pelear por él
─ No te preocupes, he llegado después de ti. Seguiré buscando.
El hombre sonrió dulcemente. Cogió su abrigo y su paraguas.
La mujer lo vió sonreir y creyó que tenía la sonrisa bonita.
─ Aquí cerca hay un café desde donde se ve Manhattan ¿qué te parece si te invito a uno? Es lo mínimo que puedo hacer─ dijo la mujer.
─Un café por un apartamento es un buen cambio…¿no serás del partido republicano?
Los dos se miraron. Sonrieron juntos.
Al salir sus manos se rozaron

lunes, 21 de septiembre de 2009

MIS PALABRAS PERDIDAS

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Fui a buscar al ser más antiguo del mundo. Yo era un escritor acabado. Sin ideas. Sin deseo. Sin sentimiento. Y fui a venderle lo único que era verdaderamente mío. Mi alma.

Lo encontré en un cruce de caminos. No era como lo había imaginado. Tenía cara de niño y sus ojos eran negros como el carbón. Me sonrió dulcemente. Sabía que yo estaba perdido. Sabía que no encontraría nunca la paz. Llovía, como nunca jamás lo había hecho, como nunca jamás lo volvería a hacer.

No fui a pedirle amor, ni vida, ni dinero. Fui a pedirle solo una historia, la mejor historia jamás escrita. No fue necesario hablar. Con sus ojos me desnudó para descubrir las heridas que nunca pude curar. Me vi sucio, enfermo y desesperado. Quería algo que nunca podría conseguir por mi mismo.

Sus manos eran pequeñas y sus dedos largos y afilados. Me enseñó aquel trozo de papel que recogía nuestro acuerdo. Sentí una rabia inmensa por ser humano, demasiado humano. Sentí miedo porque nunca encontré a Dios en ningún cielo y porque nadie nunca pudo enseñarme el verdadero secreto de la vida.

Volví a mi habitación. Mi cuerpo temblaba sentado frente al ordenador. Las palabras comenzaron a brotar en mi mente. Eran ríos incontrolados que se deslizaban hasta mis dedos impregnando la pantalla de letras y sueños que nunca jamás había tenido. No podía dejar de escribir, era una fiebre que convulsionaba cada rincón de mi ser.

Aun no había amanecido todavía cuando sentí sus pasos detrás de mí. Sabía quién era y a por lo que había venido. Punto y final. Mi historia estaba acabada. Apagué el ordenador y le miré a los ojos. Me vi reflejado en el interior de ellos. Besé sus labios . Extendió sus manos de niño y me arrancó el alma.

Ahora que soy un escritor maldito, que ya no puedo dormir, que no puedo soñar, que no puedo dejar de sufrir, solo pienso en aquella historia que un día escribí. La mejor historia que nadie nunca podrá escribir. Aún hoy pienso en aquellas palabras perdidas para siempre en un viejo ordenador que nunca nadie abrirá, palabras muertas como mi alma que nadie podrá sacar del vacío donde se encuentran. Aún recorro los caminos desnudos buscando a alguien que quiera leerlas, porque sin ellas no soy nadie, porque sin ellas solo soy un condenado que busca en la eternidad el rastro de unas palabras perdidas, aquellas por las que un día fui capaz de vender lo único verdaderamente mío.

lunes, 17 de agosto de 2009

EL AMOR Y LA PALABRA

No descrimines, la violencia nos hace daño a todos.
Haz un clik en la imagen y escucha esta canción


¿Qué es el amor?
La mujer miró a su hija con sorpresa
─¿Por qué me dices eso?
─ Juan me ha dicho que está enamorado
La madre sonrió. Sonrisa de ternura en sus labios.

Su hija, aquella que ahora la miraba con ojos grandes y oscuros, era su mayor alegría, su esperanza y su única felicidad. La quería. La amaba con un sentimiento profundo y sin fronteras.

─ ¿Y tú que le has dicho?
─ Que ya no tenemos edad para esas cosas..
Su hija hizo un gesto de fingida desaprobación
La madre la miró de reojo. Sonriendo observaba como interpretaba aquel papel de mujer distante y sin sentimientos.

La madre recordó el día de su nacimiento, la angustia y la desesperación que sintió cuando el médico le dijo que había problemas. En aquel momento la vida dejó de tener sentido. Todo comenzó a desmoronarse. Su marido no pudo soportar aquella situación y desapareció de sus vidas.

─ De verdad no sabes que es el amor?
─Mamá eso no se pregunta a una mujer!
Madre e hija rieron con una complicidad que tan solo lo posee un sentimiento que nace de compartir algo más que la existencia.

La vida con ella no fue fácil. Sus problemas médicos. Su lucha constante e interminable contra aquellas barreras físicas y mentales, contra sus limitaciones… y sobre todo contra su soledad. En las noches de invierno, cuando el silencio se extendía por toda la casa, ella tenía necesidad de alguna palabra, de algún gesto de comprensión, de alguna caricia que la hiciera sentir una mujer, una mujer querida.

─ El amor es cuando un hombre y una mujer se quieren y deciden estar juntos
La hija miró a su madre y se quedó un poco triste
La madre le acarició suavemente la cabeza. Sabía que algo le preocupaba.
─Por qué te pones triste?
─Por qué pienso que yo nunca me podré enamorar
─Por qué?
─Po qué no podré querer a nadie como te quiero a ti
La madre sintió como sus ojos se llenaban de gratitud y sus manos de una ternura que tan solo puede surgir de un sentimiento puro. Estas eran las cosas por la que ella se había entregado y sacrificado su vida

Los inicios fueron muy duros, todo había cambiado para ella, sus necesidades pasaron a un segundo lugar. Todo lo ocupaba su hija y su deseo de luchar por su felicidad. Nunca se pudo acostumbrar a las miradas furtivas de los otros, a la distancia insuperable que las distanciaba de todo aquello calificado como normal y aceptable

─ Un día te enamorarás de un hombre─ dijo la madre con cierta añoranza
─Piensas que alguien puede enamorarse de mi?

La lucha fue muy dura, primero con ella misma y con su forma de entender la vida y después contra una sociedad injusta donde todo aquello diferente es observado con una frialdad que una madre es incapaz de soportar

─ Pues claro que sí, eres la mujer más bonita que conozco
La hija miraba a su madre pensando si su opinión podría ser lo suficientemente objetiva
─Pero…
─ Si la más bonita y no es amor de madre─ repitió

La mujer estaba orgullosa de su trabajo, de su lucha por enseñar a su hija que ella era una persona muy especial, pero no muy diferente de la gente que la rodeaba, no muy diferente a la vecina que siempre le llevaba galletas, o del cartero que siempre le contaba aquellos chistes tan divertidos o de las jóvenes que iban todas las mañas al colegio.

El claxon sonó con fuerza
─ Hoy vamos con retraso… ya ha llegado el autobús
─ Vamos mamá, venga… ya estás viejecita

Sí… habían pasado mucho y mucho tiempo, su hija ahora tenía treinta años, pero era su niña y siempre lo sería, el regalo más precioso que nunca había recibido y por eso daba a gracias a Dios todos los días.

La hija antes de marchar miró a su madre con una cierta alegría en sus ojos
─Sabes mama… pienso que Juan está enamorado de mi
─Y yo también estoy enamorado de ti─ dijo la madre
Su hija rió y salió corriendo.
El autobús que iba al centro para gente especial la estaba esperando
La madre la miraba en silencio mientras ella corría hasta el autobús.
Su niña se estaba haciendo mayor.

viernes, 5 de junio de 2009

CORRER NO ES DE COBARDES

Escucha música para runner´s



“Correr aumenta el nivel de endorfinas en nuestro cuerpo. La endorfina es una hormona tan potente como el opio”


Cuando corro me siento mucho mejor. Es el único momento del día que estoy solo de verdad. Es el único momento del día que soy yo. Ya no escucho las conversaciones vanas . Las voces se han quedado muy atrás. Son incapaces de seguirme. Solo siento como mi corazón late rápido, muy rápido.

“Correr produce calma, alivio y bienestar”

Cuando corro piso fuerte, me siento mucho más seguro. Nunca bajo la cabeza, no quiero perder de vista el horizonte, no quiero perderme una puesta de sol. Mis pulmones se abren y reciben todo el aire que les puedo ofrecer. La sangre circula con rapidez. El sudor invade mi piel.

“Las endorfinas son el eslabón fundamental de la conexión entre la mente, el cuerpo y el vehículo del placer”.

Cuando corro dejo de oírme. Mis pensamientos se diluyen tras el ruido de mi respiración, todo es silencio, solo siento como mi cuerpo me habla con un lenguaje que tiene miles de años. Siento una extraña mezcla de paz y cansancio que me hace sentir invencible. Mis músculos se tensan y queman glucosa y grasa preparándose para resistir. Están hechos para ello, lucharán hasta el último momento.

“Cuando corres preparas a tu cuerpo para luchar contra el estrés”

Sólo cuando corro puedo descubrir que mi cuerpo y mi pensamiento forman una unión perfecta, que soy materia e idea, sueño y realidad, verdad y mentira. Solo cuando corro puedo aprender a luchar, a ser más fuerte a prepararme contra los malos momentos. Solo cuando corro me preparo para resistir. Por que correr no es de cobardes, correr te enseña a dejar las cosas atrás, te enseña a descubrir que lo importante es el momento, el instante, el latido último de tu corazón.

Las investigaciones determinaron que la actividad física estimula la segregación de endorfinas y estas hormonas producen sentimientos positivos que pueden durar desde unos pocos minutos hasta 24 horas o más.”

Por eso no desprecies lo único que tienes y corre ,no hay nada como correr bajo la lluvia. Corre hasta donde el corazón te lleve.

viernes, 8 de mayo de 2009

HAY COSAS QUE NUNCA CAMBIAN

Quieres bailar? clika en la imagen. igual te gusta y...



Yo era un tipo con suerte, allí estaba en la barra del bar de un lujoso transatlántico, con un traje que no era mío y con unos zapatos que me regaló mi padre. Delante de mí tenía un Martini seco y a mi lado dos solitarios con el culo pegado a un taburete. Seres perdidos esperando un golpe de fortuna.

La música sonaba mientras miraba como el hielo flotaba en mi Martini. Fue entonces cuando la vi. Una rubia platino enfundada en un traje blanco bajaba las escaleras del salón como solo lo hacen aquellas mujeres que se sienten únicas. Balanceaba sus caderas al son de una ´música que no pudo detenerse. Mis zapatos me apretaron un poco más. Se sentó en una mesa cerca de la pista de baile. Estaba sola. Yo era un tipo con suerte y la noche era hermosa.

La orquesta del barco toco una canción, nuestra canción. Me levanté, me bebí de un trago el Martini y decidí probar fortuna. Era el momento de cambiar a mis amigos por aquel sueño. No era mal cambio. Me planté delante de ella. La miré. Me miró. Nos miramos. Le tendí mi mano…ella se levantó como el mar ante Moisés y me arrastró hasta la pista de baile. Definitivamente yo era un tipo con suerte.

Le puse mi mano en su cintura y ella pasó sus brazos alrededor de mi cuello. Sentí el calor dulce de su cuerpo y el azul intenso de sus ojos. Allí estaba yo, en un barco de lujo con la chica más bonita que jamás había visto. A veces la vida te guarda sorpresas que alguna vez soñamos y que nunca esperamos tener. Sin saber cómo, pero me estaba enamorando al son de aquella música que hacía que su cuerpo convertido en olas se estrellase una y otra vez contra mi playa.

Alguien tocó mi hombro, un oficial vestido de blanco uniforme y cargado con una sonrisa blanca y reluciente me pedía paso. El la miró. Ella lo miró. Yo los miré. Tres son multitud. Mis zapatos aquellos que un día me regaló mi padre me comenzaron a apretar. Creo que necesitaba tomar un poco de aire.

Yo era un tipo con suerte, siempre lo había sido, tenía todo lo que había que tener, un buen traje y unos buenos zapatos. Y ahora allí estaba, en la cubierta del Titanic navegando a todo trapo rumbo a Nueva York. Dentro aún bailaban. Fuera alguien gritó “iceberg ¡¡¡”.

sábado, 4 de abril de 2009

NUNCA PODRÉ DETENER LA MAÑANA. Confesiones de un Vampiro

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la música también nos habla

Puedo sentir como se acerca la mañana . Mi cuerpo bañado por la luna quiere escapar de la ventana desde la que contemplo la ciudad. UN dia más, una noche más y siento que no soy dueño de mi destino. Todo se vuelve a repetir hoy como ayer, como hace muchísimo tiempo. Ya no pienso en mi mujer, ya no siento el calor de mi hijo, sus recuerdos se pierden en los límites de lo eterno, hace ya muchos años, hace ya muchos días, aquellos en los que todavía era hombre.

Puedo atravesar con mis manos la pared que recubre mi casa, puedo burlarme de la muerte, puedo volar entre las nubes, puedo correr como un lobo, pero no puedo detener la mañana, no puedo ocultar la luz del día. Pronto regresaré a la oscuridad de mi tumba, allí donde volveré a dormir sin sueños, donde el sufrimiento de la vida me despedaza y donde solo soy un cuerpo sin el latir de un corazón.

Deseo que la noche no huya, tengo miedo a no soñar, a sentirme tan solo un monstruo que no puede detener esa sed infinita que me reseca la garganta y que no me deja respirar. Quiero pasear por la calles sin tener que huir, acercarme a una piel caliente y sentir su calor suave. Quiero recordar como era yo antes, quizás aún pueda aprender a vivir, quizás pueda aún volver a recordar.

Oigo un ruido a mi espalda, una joven yace tumbada en mi cama, la luna baña la habitación, su sangre era dulce y sus labios eran rojos como campos de amapolas mecidas por el viento de la mañana. Quizás cuando despierte ya no me recuerde, quizás no descubra lo que le ocurrió. Oigo latir su corazón acompasado. Oigo hasta el más leve de sus pensamientos.

En el horizonte veo como la noche se retira lentamente, no puedo detener la mañana, solo me queda huir, sentir como muero una vez más y como me confundo con la nada más absoluta. Soy lo que soy y ya solo me queda el deseo de que todo cambiará algún día, de que alguien vendrá a buscarme y de que por fin podré descansar en paz.

viernes, 6 de marzo de 2009

PÁJAROS EN LA CABEZA

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y escucha la música...

porque no somos superhéroes


Mi padre me mira desde el otro lado de la mesa, no deja de gritar frases que yo no puedo entender. Mi madre calla mientras me deja el plato de sopa delante de mí, ella ya ha dejado de creer en aquellas palabras que un día le conté. Yo no puedo apartar los ojos de la ventana, las nubes pasan formando dibujos en el cielo azul. Da igual lo que me digan, lo que piensen, solo soy capaz de entender que el cielo me recuerda a un infinito mar sin olas que con mi mente soy capaz de surcar.

Mi padre se levanta enfadado y me dice que tengo la cabeza llena de pájaros… tiene razón, tengo la cabeza llena de pájaros que baten sus alas dentro de mí, siento el golpear de sus picos y sus cantos infinitos que no dejan de sonar y sonar. Quiero ser como uno de esos pájaros que vuelan en mi cabeza, pero no tengo unas alas que me puedan llevar lejos, muy lejos de aquí. Trato de no llorar y procuro mentir sobre un cielo azul que acaricia un mar que nunca veré.

NO es fácil vivir mientras sientes que tu cabeza esta llena de sueños y pájaros que tratan de buscar un espacio donde poder volar. Siento sin embargo como las alas golpean en mi mente tratando encontrar una libertad que no les podré dar. Mientras tanto trato de parecer normal, intento esconder ese ruido eterno que nace dentro de mi y procuro siempre que puedo poder mirar hacia el cielo para ver bandadas de pájaros volar hacia otras tierras, hacia otros cielos.

Sentado en mi trabajo veo como alguien no deja de gritar frases que yo no puedo entender, siento las miradas de otros compañeros fijas en mí. Yo solo miro a través de una ventana como las nubes dibujan sobre el cielo formas que me hacen reír. Aunque lo intenten disimular ellos y yo estamos bajo el mismo cielo, aquel que surcan bandadas de pájaros que nadie podrá detener.

Algún día mis pájaros se irán volando muy lejos de mí, ya no sentiré sus aleteos nerviosos surcar mi mente, ese día yo extenderé mis alas y volaré junto a ellos, quizás ya no regrese nunca más. Si ese día llega piensa en mí como yo pienso en ti, porque los dos estamos bajo el mismo cielo, porque los dos sentimos como los pájaros nos dicen que no estamos solos y porque los sueños como la vida nunca mueren del todo.

viernes, 6 de febrero de 2009

SI ALGÚN DIA ME DESPIERTO SOLO PIDO QUE ESA MIRADA SEA LA TUYA

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No quiero abrir los ojos, no quiero volver a levantarme, creo que no podría soportar un día más su mirada, sus ojos fríos atravesándome el alma. En la oscuridad de mi habitación creo que me siento mejor, allí todo es diferente, allí aun puedo pensar que mi vida puede mejorar, que el final solo es una palabra y que los muros que me rodean solo son de papel.

Fuera está lloviendo, siento las gotas de agua golpear mi ventana. En la profunda noche que me envuelve creo que estoy mejor, si dijera que todo es un sueño me estaría engañando otra vez, quizás sea más divertido cuando no me toque perder.

NO quiero abrir los ojos, no quiero volver a levantarme un día más. Sus palabras se clavan en mi cerebro para decirme constantemente eso no se hace, eso no se piensa, eso no lo podrás conseguir. Solo pienso que no puedo librarme de ella, siento su presencia a pocos metros de mi, siempre vigilándome, siempre espiándome, haciéndome comprender que nunca la podré destruir.

NO puedo caer en ese pozo profundo hacia el cual me empuja, no tiene ningún derecho sobre mi vida… pero algún día acabaré con ella y ese día puede ser hoy o puede ser nunca.

No quiero levantarme, aquí me siento mejor, aquí aún puedo soñar cuando comprenda que aún no estoy dormida, aquí aún puedo creer que ella también tiene miedo y está perdida, quizás tan solo sea una cobarde oculta tras una máscara que es incapaz de romper.

Sus palabras no me dejan ver las estrellas, su vida ya no es la mía, nuestros corazones ya no laten en el mismo cuerpo, quizás sea hoy el momento de comenzar un nuevo día.

Ese día llegó. Ella se levantó de su cama, salio de su habitación y fue a buscarla. Sabía donde estaba, cogió un jarrón y fue a su encuentro. Andaba segura, con la mirada firme y sabiendo a lo que se enfrentaba.
Abrió la puerta y allí la vio, sus ojos siempre fríos le traspasaban el alma, su gesto reflejaba olvido, no tuvo ninguna compasión, levantó el jarrón de hierro y se lo lanzó con todas sus fuerzas.
Después solo quedó el silencio, todo era libertad y paz. Volvió a cerrar la puerta y en sus labios se dibujó una sonrisa, nunca más volvería a burlarse de ella.
Allí en el suelo, detrás de aquella puerta, un espejo se esparcía en mil y una arista de cristal, el cristal que día tras día reflejaba su propio rostro.
Volvió a su habitación y durmió profundamente.

viernes, 9 de enero de 2009

NUNCA ME DIGAS ADIOS

Escucha nessum dorma
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Un corazón roto me llevó hasta aquella playa. Allí sentado, aun podía ver el barco en el que llegué perderse mar adentro, aun podía ver las cabezas de los turistas asomándose mientras me miraban sin entender muy bien lo que estaba pasando.

Sentí como sus pasos en la arena blanca se detenían detrás de mí.

-Estás seguro muchacho?- me dijo el negro Juan con ese acento que solo sale de un alma caribeña

Yo le miré fijamente y le sonreí.

- Vengo a desenterrar un tesoro

El viento frio del norte me llevó hacia aquella solitaria isla de arenas blancas y aguas azules donde solo había una pequeña cabaña, un pequeño muelle de madera donde una vez a la semana atracaba un barco de turistas y un montón de iguanas que tomaban el sol.

Por la mañana, cuando la luz asomaba tímidamente por el horizonte, el negro Juan me despertaba silbándome una canción y juntos navegábamos mar adentro para recoger del fondo sus pequeños frutos escondidos. Él siempre me esperaba sentado en cubierta mientras yo me sumergía y sacaba de las trampas las enormes langostas incautas que habían caído en ellas. Aun puedo ver cómo me sonreía mientras me enseñaba una cerveza helada

-Dos más muchacho y es tuya

Siempre había dos más…

Con él aprendí a recorrer los caminos del mar, a orientarme en la noche estrellada, a sentir la llegada de la tormenta… y a saber cuando las iguanas no tenían ganas de jugar. Por las tardes caminaba hasta perderme por aquellas playas interminables, me gustaba sentirme solo, saber que el invierno nunca llegaría a encontrarme, que mis fantasmas no sabían navegar y que nada apartir de entonces sería lo mismo.

Una vez a la semana un barco de turistas atracaba en nuestra isla, en nuestro muelle y en nuestra arena, y ya todo cambiaba ,el negro Juan cocinaba la langosta mientras que yo los llevaba con nuestro pequeño catamarán hacia los corales.

-No te gustaría marcharte con ellos- me decía el negro Juan cuando el barco se alejaba de nuevo
- Tengo que encontrar un tesoro- le respondía con una media sonrisa sabiendo que aquel hombre nunca me entendería

Al caer la noche nos sentábamos en el porche de la cabaña, el negro Juan encedía su pipa, sacaba su viejo tocadiscos y allí sentados frente al mar escuchábamos “Turandot” de Puccinni. Recuerdo esos silencios solo llenos por una voz que desafiaba al viento y al murmullo de las olas, recuerdo como mi corazón palpitaba y como mis párpados se cerraban intentando arañar con más fuerza la música que envolvía cada rincón de la pequeña isla.

Aquel dia subí al barco que me tenía que llevar lejos de aquel lugar, allí sentado en la arena blanca, el negro Juan me miraba sin decirme adiós, era la primera vez en muchos años que no había ido a pescar y era la primera vez que no me despertó silbando una canción. Poco a poco se fue alejando como se aleja el horizonte, lentamente y sabiendo que nunca lo lograrás alcanzar.
-Volveré- le grité sintiendo que no volvería nunca más

Ahora que el invierno me ha encontrado y que las noches son largas y frías, todavía me siento con el negro Juan para escuchar a Puccini, aunque no haya querido desenterrar mi tesoro, aunque el mar ya no cabalgue en el viento y aunque sé que aquel hombre ya me dejó hace, hace… mucho tiempo.